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viernes, 18 de marzo de 2011

HISTORIAS Y CRÓNICAS MIRANDEÑAS QUE POCO SE HAN CONTADO

EL ESPANTO DE LA GALERÍA

Siguiendo con las crónicas y las historias de mi pueblo, que he venido contándoles, hoy tengo para ustedes una historia bien pintoresca y que creo no solo es de Miranda ya que en muchos pueblos se cuenta la historia del caballo sin jinete como dio por llamarse el personaje del que hoy les voy a hablar.

Esta crónica según nuestro narrador, ocurría a finales de la década del año 40 e
Iniciaba la del 50. Empezó a conocerse la historia de un aparecido o espanto, que tenía su dominio y para esto es necesario ubicarnos en el sector de la calle novena con carrera séptima más específicamente por el camino que en aquella época conducía de la parte urbana hacia las haciendas de Vanegas y el Repórter.

En la actualidad es la vía más directa hacia el sector de la galería.

Es de recordar que en esa época, las calles se encontraban sin el alumbrado público, sus calles empedradas o destapadas y por lo tanto, muchos hechos ayudaban a que la crónica se volviera más interesante. Muchas noches a lo largo del año son demasiado oscuras y por lo tanto permiten que muchas cosas que no se pueden ver durante el día, pues se vean en la noche.

Es así como los trasnochadores empezaron a encontrarse inicialmente con algo parecido a un hermoso corcel de color negro, muy bien ajeezado, a tal punto que se decía que la brida era una fina cadena de oro que relumbraba en la noche,
sus herraduras eran de un material muy fino que al contacto con el suelo dejaban ver una larga estela de chispas que a medida que el caballo se acercaba a quien osara cruzar por su dominio, las llamas iban creciendo hasta envolverlo completamente y el caballo desaparecía con fuertes relinchos que en ocasiones los habitantes y trabajadores de las haciendas antes nombradas y que madrugaban a iniciar su labor en la molienda alcanzaban a escucharlo y esto les hacia decir: otra vez en el pueblo apareció el caballo sin jinete. Las horas de la presencia de este ser, engendro o demonio, ocurrían pasadas las doce de la noche y más o menos hasta las dos de la madrugada.

Surgía de la nada y asustaba a trasnochadores solitarios, o con algunos tragos de más entre pecho y espalda. Había algo especial y era que cuando se organizaban grupos de espera para hacerle cacería, el engendro no aparecía.

La idea era tratar de capturar al caballo para quitarle los adornos que según la leyenda haría inmensamente rico en bienes materiales a quien lograrlo domarlo. Era entre otras cosas demasiado veloz por lo tanto cualquier intento de cazarlo y vivo, era ya una aventura demasiado osada Como notarán he mencionado al caballo sin jinete que era en principio el espanto que se aparecía en este sector y que una vez había causado susto y espanto desaparecía en dirección hacia las haciendas o los cañaduzales que bordean aun en la actualidad este sector.










Tal vez con la llegada de muchas personas que empezaron a oír la historia del espejuelo – que es otra crónica bien interesante - Miranda abrió los brazos a quienes llegaban y se fueron quedando lo cual enriqueció las crónicas y la tradición oral de nuestro pueblo, porque los recién llegados agregaban a la historia algo de su inventiva y experiencia tanto así que el espanto mencionado empezó a dejar de llamarse el caballo sin jinete y a conocerse como el jinete sin cabeza.

La del jinete sin cabeza es otra crónica para una nueva oportunidad. De todos modos esta noche antes de acostarse, revise bien puertas y ventanas, no sea que un caballo introduzca su cabeza y le relinche tan cerca a los oídos que no le permitan volver a conciliar el sueño.

Y lo mejor o peor del cuento es que nadie le crea que ha recibido la visita del caballo sin jinete.


EUZUPA

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